miércoles, 7 de julio de 2010

Pronóstico y futurología

El momento en que Juan y Teresa se conocieron fue el momento en que comenzaron a hacer planes. Desde el minuto 0 fueron de esas parejas que se dedican a la futurología tiempo completo.
Al principio se dedicaban en secreto a planear garabateando silenciosamente en alguna hoja de cuaderno, con el tiempo hasta se daban el lujo de proyectar en voz muy baja con algún amigo que les prestaba la oreja, y cuando la relación finalmente se consolidó - y pudieron relajarse, contarse sus peores miedos y desengaños amorosos- se confesaron uno al otro todos los planes que venían haciendo.
- Cuando nos separemos, voy a poder mirar tele hasta cualquier hora - Dijo una vez Juan, mientras Teresa, ya acostada y tapada hasta las orejas, renegaba por la luz y el ruido del partido de turno. Una tarde le dedicaron cuatro horas a enumerar y marcar cada libro que pusieron en la biblioteca conjunta, para "evitar problemas cuando haya que dividir". El día en que anotaron a su primer hijo en el registro civil, procuraron ponerle los apellidos de ambos, sabiendo que el día que no estuvieran más juntos, el retoño debía contar con ambas ramas de su estirpe. Teresa hasta llegó a afirmar que estaba esperando separarse de Juan para empezar la dieta y el gimnasio, sin poder negarse a los platos hipercalóricos que su pareja le preparaba y las tardes de siesta maratónica que Juan proponía para las tardes de frío.


Finalmente, contra todo pronóstico y gracias a Dios, Alá, Zeus y todos los dioses del Olimpo, la casualidad, la causalidad, la Divina Providencia, el Destino, las energías, los chakras... o simplemente gracias a ellos, Juan y Teresa nunca se separaron. Hasta el día de hoy, en algún lejano país viven juntos. Todavía Juan debe apagar la tele en el momento en que Teresa se acuesta, los libros conviven juntos y revueltos en una repisa, el retoño carga con ambos apellidos (que rara vez usa, porque le dicen Pupy) y Teresa lleva esos kilos de más, con la felicidad de quien come los platos hipercalóricos cocinados por la persona que ama y duerme siestas maratónicas las tardes de frío.